Cada día producimos de 150 a 300 gramos de heces.
A pesar de que forman parte de nuestro día a día, nos cuesta mucho hablar de ellas, a veces incluso delante de un médico. Son un tema tabú. Muchas personas tienen dificultades para utilizar baños públicos o los de amigos y conocidos precisamente por vergüenza.
Se consideran un material de desecho y, por eso mismo, sin ninguna relevancia. En realidad, las heces tienen una gran importancia. Solo hay que pensar en cómo condicionan nuestra calidad de vida cuando son irregulares, es decir, cuando tenemos estreñimiento o diarrea.
Los distintos tipos de caca pueden decirnos muchas cosas sobre nuestro estado de salud. Vamos a hablar con más detalle sobre las características de las heces y cómo saber si las que evacuamos son sanas.
Composición de las heces: ¿Cómo se forman las heces en el intestino?
Las heces son un material de desecho que se produce en el intestino. Sirven para expulsar del organismo sustancias no digeridas, pero también sustancias tóxicas. Todo lo que deglutimos llega al estómago, donde empieza a ser digerido, y después se dirige al intestino.
Aquí se completa la digestión y se absorben los nutrientes (glucosa, fructosa, aminoácidos, ácidos grasos, minerales), es decir, pasan del intestino a la sangre y de esta a los órganos. Sin embargo, no todo lo que comemos se digiere.
Hay sustancias, como por ejemplo la fibra, que siguen bajando por el intestino y se unen a material no digerido, a bacterias de la microbiota intestinal, moco, células intestinales que hay que renovar y líquidos. Así es como se forman las heces. Las heces humanas se componen de un 75 % de líquido y un 25 % de material sólido. Entre los componentes sólidos, además de los que ya hemos dicho, está la estercobilina.

Esta molécula es una forma de eliminar la hemoglobina (proteína que transporta el oxígeno y el dióxido de carbono en los glóbulos rojos), que se transforma en bilirrubina en el intestino y se transporta a través de la bilis (líquido que produce el hígado y se acumula en la vesícula biliar). La estercobilina es de color marrón y es la responsable del color de nuestras heces.
Heces malolientes: ¿Por qué las heces huelen mal?

Si pensamos en los tipos de caca, la primera característica que se nos ocurre seguro que es el olor desagradable. Pero ¿por qué huelen mal las heces?
Depende mucho de las partículas de azufre que se producen en el intestino tras digerir los alimentos, pero hay más factores que intervienen. No todos los aminoácidos que llegan al intestino se absorben. Los que permanecen en el lumen son aglutinados por las bacterias de la microbiota intestinal, que los transforman en moléculas denominadas aminas.
Algunas de ellas huelen mal y, como se encuentran en las heces, les aportan ese olor característico. Por lo tanto, el olor depende principalmente de estos dos factores: aminoácidos y microbiota. En caso de que se altere solo uno de los dos podemos detectar cambios en el olor.
Una ingesta excesiva de proteínas, enfermedades que reducen la absorción de los aminoácidos (celiaquía, enfermedad de Crohn o pancreatitis) o disbiosis (alteración de la composición de la microbiota) pueden hacer que las heces huelan aún peor.
El aspecto de las heces: ¿qué nos dice?
Normalmente son marrones, malolientes y cilíndricas, ya que tienen la forma del recto, de donde proceden.
No obstante, puede haber condiciones en las que la forma y el color varían. Depende a menudo de la alimentación, pero a veces una alteración del aspecto indica la presencia de una patología. Por eso, según el tipo de caca, podemos estar ante una señal de alarma.
¿Cómo deben ser las heces para considerarlas sanas? Vamos a ver las diferentes variaciones de color:
- Heces claras, blancas o grises. Indican carencia de bilis. Podemos pensar que el hígado y la vesícula biliar no funcionan correctamente, o que hay una obstrucción en los conductos biliares o cálculos en la vesícula.
- Presencia de moco blanco en las heces. Podría ser un síntoma de la enfermedad de Crohn.
- Heces verdes. Podrían deberse a la ingesta de complementos alimenticios a base de hierro o alimentos ricos en clorofila (espinacas, coles, brócoli, pepino, calabacín o kiwi). En caso de que la alimentación no tenga nada que ver, indican un tránsito demasiado rápido en el intestino, por lo que no han podido absorber la bilis ni la estercobilina.
- Heces amarillas. Se pueden presentar con una película grasa de color amarillo, a veces con gotas de grasa visibles también a simple vista. El motivo podría ser una alimentación demasiado rica en grasas, zanahorias o bebidas amarillas. Sin embargo, en la mayor parte de los casos indican obstrucción en los conductos biliares, celiaquía o pancreatitis. De hecho, si el páncreas no funciona correctamente, las enzimas que permiten la absorción de las grasas están en niveles mínimos.
- Heces negras u oscuras. Las razones pueden ser muy variadas. Podrían deberse a la ingesta de medicamentos (aspirina, ibuprofeno, complementos alimenticios de hierro) o de alimentos oscuros (arándanos, regaliz o chocolate). No obstante, en el peor de los casos el color oscuro indica que hay sangrado intestinal.
- Heces rojas. La remolacha, el tomate o las bebidas rojas podrían estar detrás de esta coloración. En cambio, si la alimentación no tiene nada que ver, podría haber una herida en la última parte del intestino o del ano (fisuras anales, hemorroides o colitis ulcerosa).
En estos casos, conviene siempre acudir al médico para realizar pruebas específicas. Si crees que tus heces son raras, ¡no restes importancia a esta señal que te manda tu cuerpo! La forma de las heces también puede presentar alteraciones. Para disponer de referencias objetivas, en los años 90 se elaboró la Escala de Bristol, un gráfico en el que se representan siete tipos de heces.
1. Heces pequeñas: compuestas por grumos duros y separados, difíciles de expulsar, parecidas a las heces de cabra (heces duras en forma de bolitas). Indican estreñimiento fuerte.
2. Largas pero con grumos. En este caso también podemos hablar de estreñimiento.
3. En forma de salchicha con grietas en la superficie. En este caso, hablamos de heces normales.
4. Heces suaves y lisas. Son totalmente fisiológicas.
5. Heces blandas, con fragmentos bien separados. Estamos ante un caso de diarrea ligera o IBS (síndrome del intestino irritable).
6. Fragmentos blandos y heces con bordes irregulares. Indican diarrea ligera.
7. Heces líquidas o acuosas, sin ningún fragmento sólido. Indican una diarrea fuerte que puede deberse a una infección bacteriana, intoxicación alimentaria o bien al uso de antibióticos, quimioterapia u otros medicamentos.
De estos siete tipos, solo los tipos 3 y 4 se consideran heces normales.
¿Problemas de estreñimiento?
Si tus heces se parecen al tipo 1 o al tipo 2, es muy probable que tengas estreñimiento. Además de la forma y la consistencia de las heces, para saber si tienes estreñimiento o no también es importante la frecuencia con la que vas al baño. Hablamos de estreñimiento cuando tienen lugar menos de tres evacuaciones a la semana, normalmente asociadas a esfuerzo o a sensación de evacuación incompleta.
El estreñimiento puede tener las siguientes causas:
- Deshidratación
- Falta de fibra
- Reprimir el estímulo cuando se presenta
- Sedentarismo
- Estrés
No poder ir al baño habitualmente es un problema. No solo porque en la mayoría de los casos genera una sensación de malestar, hinchazón y dolor abdominal, sino también porque la permanencia de heces en el recto y el esfuerzo para defecar pueden causar fisuras anales o síndrome hemorroidal (las hemorroides se inflaman, se hinchan y pueden sangrar).

Sin embargo, es posible resolver los problemas de estreñimiento prestando atención al estilo de vida:
- Bebe mucho líquido, al menos 1,5 L al día. Si se te olvida o no tienes sensación de sed, lleva siempre una botella o una cantimplora y cada vez que la mires, bebe un sorbito de agua. Poco a poco se convertirá en un hábito de salud.
- Toma al menos 30 g de fibra al día. Atención: 30 g de fibra no equivalen a 30 g de vegetales, se trata de una cantidad mucho mayor. Para simplificar, asegúrate de que tu comida incluya un alimento rico en fibra.
- Cuando sientas el estímulo, ve al baño, estés donde estés. No tienes que sentir vergüenza de una necesidad fisiológica. Si el problema es la higiene de los baños públicos, lleva siempre toallitas higienizantes.
- Dedica 30 minutos al día o unas horas a la semana a hacer la actividad física que más te guste. Si no tienes nada de tiempo, desplázate a diario a pie siempre que sea posible. Queda con amigos o compañeros de trabajo para dar un paseo en la pausa del almuerzo o para ir a correr o a nadar después del trabajo. Te ayudará a combatir el estrés y el sedentarismo.
¿Qué alimentos ayudan a ir al baño habitualmente?
Sin duda, la alimentación influye en la regularidad intestinal, el estreñimiento o la diarrea. Los alimentos que más ayudan a regularizar el tránsito en caso de estreñimiento son los que contienen probióticos y prebióticos. Al primer grupo pertenecen el yogur y el kéfir; al segundo, los cereales integrales, las legumbres, las frutas y las verduras.

Vamos a ver algunos ejemplos de alimentos y cómo introducirlos en tu dieta diaria:
- Desayuno: copos de avena, yogur o kéfir, semillas de lino y chía, kiwi, ciruela, pera y manzana cocida.
- Aperitivos: batidos y zumos de frutas y verduras, fruta fresca y fruta seca oleosa.
- Almuerzo y cena: ensaladas mixtas, ensaladas de cereales integrales (farro, cebada, arroz), pasta integral con verdura, sopa de cereales y legumbres, legumbres, albóndigas de legumbres, cremas, menestras o purés de verduras.
No obstante, recuerda siempre que la fibra por sí sola no es suficiente. Si no introduces también una cantidad adecuada de líquidos (agua o infusiones), podrías conseguir el efecto contrario.
Los alimentos representan el principal remedio natural contra el estreñimiento, pero si no fueran suficientes, puedes recurrir a sustancias naturales que actúan sobre el problema respetando el organismo y el intestino.